La Inquisición española fue una institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en sus reinos, pero a poco de iniciar su andadura ya tenía en su haber multitud de delitos frutos de una hiperheterodoxia religiosa.

El Portalón de la Inquisición es el único resto que queda del pazo del que fue su fundador Bartolomé Barbeito y Padrón, primer inquisidor del Tribunal Censor del Galicia en 1677, cargo que ejercería durante once años gobernando como autoridad máxima con la complacencia del Inquisidor General.

El topónimo que identifica al lugar tiene su origen en la casa que Bartolomé Barbeito y Padrón, colegial de San Clemente e inquisidor apostólico nacido en Corzáns, fundó, en un momento en el que la represión ejercida por el Santo Oficio en Galicia ya había remitido, tras el período de feroz persecución, a las comunidades judías más representativas, como eran las de Ribadavia, Ourense, Pontevedra y Tui, entre otras. Tras ejercer en Santiago, -donde fue catedrático en la Universidad-, Murcia, Valladolid y Madrid, decidió construir la Casa-Escuela para clérigos de su familia, muy cerca del lugar donde sus padres habían fundado el mayorazgo del Piñeiro.

Del edificio original son escasos los restos que llegaron a nuestros días, ya que la construcción actual es producto de las sucesivas reformas efectuadas. El monumental Portalón se mantiene en pie en su mayor parte, y constituye una de las mejores muestras entre las de su género que se conocen, tanto por la calidad de la fábrica, de excelente sillería, como por sus proporciones.

El portalón consta de dos cuerpos divididos horizontalmente por una impuesta moldurada: en la inferior se abre la puerta de arco de medio punto formado por dovelas, mientras el superior, finalizado por cornisa también moldurada, resulta espectacular, pues lo brasonan tres escudos entre los que se lee la inscripción siguiente:

Del muro de cierre que delimitaba la propiedad se conservan los restos que superaron las agresiones a las que se vio sometido a lo largo de los años, como ocurre con el Portalón. Los escudos ocupan la parte central del Portalón, donde este toma mayor altura. El de la izquierda, hoy derribado, está fuera del conjunto y se refería a la ascendencia paterna del fundador, es decir, Marino, Valladares, Padrón y Barbeito; el de la derecha, partido y medio cortado, representa la filiación materna: Suárez, Ozores y Puga. El ubicado en el centro, en plano más elevado, indica la condición de inquisidor de Bartolomé, cuya dignidad eclesiástica viene a confirmarse en el timbre de cada uno de los escudos: capelo del que cuelgan, a ambos lados, los dos cordones con seis borlas cada uno, propios de los obispos. En el espacio limitado por estas representaciones heráldicas es donde está esculpida la inscripción.