Historia

Historia de Salvaterra de Miño 


El 24 de mayo del año 991 aparece el primer documento donde se hace referencia al municipio de Salvaterra de Miño. El monarca de Galicia, Bermudo II, entrega el coto de numerosas tierras a la Iglesia de Santiago de Compostela, entre las que figura “Lacedurium”, primer término con el que se conoce la villa.

En los siglos XI y XII se delimita la frontera con el nuevo reino de Galicia, sucediéndose décadas de intensas luchas con Salvaterra como lugar de gran valor estratégico, debido a su posición fronteriza.

El suceso que une a la reina Urraca, con el municipio de Salvaterra de Miño será el conflicto que se origina en 1120 con su hermanastra Teresa. La proclamación de la independencia del condado portucalense y su interés por el dominio de las localidades fronterizas del Baixo Miño provocan toda una serie de luchas entre ambas villas ribereñas. Durante la contienda, la reina leonesa utiliza como refugio diversos lugares, como el Castillo de Doña Urraca, en Salvaterra. 

Con el paso del tiempo, la tradición popular ha creado una serie de leyendas alrededor de la figura de doña Urraca, como aquella que cuenta que el pozo, situado en la planta baja del actual “Castillo de doña Urraca”, comunicaba con un túnel el cual, por debajo del río, llegaba hasta Portugal. Esta leyenda afirmaba que la reina Urraca, conseguía, de esta manera, desplazarse de lado a lado sin ser percibida ni por las tropas enemigas ni por las suyas, logrando así reunirse con quien desease.

A finales del siglo XII, el rey Fernando II cansado de las incursiones lusas a lo largo del Baixo Miño, promueve la creación de sistemas defensivos por toda la zona. De esta manera, comienza la fortificación de núcleos poblacionales estratégicos y se fija una frontera política entre ambas naciones, marcada por el río Miño. Desde entonces, la villa pasa a denominarse “Salvaterra”, haciendo alusión a su nueva condición defensiva.

El punto de partida de la Edad Moderna en la villa lo representa la revuelta Irmandiña. El continuo aumento de las diferencias sociales que se desarrolla a lo largo de la Edad Media eclosiona. Los campesinos y burgueses comerciales de los centros urbanos se agrupan en hermandades durante los tres años que dura la contienda contra los nobles, de 1467 a 1469. Pero un noble destacará sobre el resto, Pedro Álvarez de Sotomayor, más conocido como Pedro Madruga. Dirigiría el contrataque contra el grupo irmandiño, ayudándole a conseguir la victoria contra los “irmandiños” y llegando a dominar la mayor parte de las tierras del sur de Galicia, gracias a sus acciones y enfrentamientos bélicos.

Una vez eliminada la amenaza irmandiña, da inicio la lucha de la nobleza gallega contra el arzobispo de Santiago, en paralelo a las disputas por la sucesión del reino de Castilla, que enfrentaría al bando de los Reyes Católicos, por un lado, y al bando de Juana la Beltraneja, por el otro. Pedro Madruga tomaría parte del segundo bando, cayendo derrotado después de años de intensas luchas por toda España.

Desde el año 1580 el territorio portugués permanecerá bajo las directrices de la corona española, con frentes abiertos, constantemente, por toda Europa. El imperio español empieza a descomponerse, algo que será aprovechado por territorios como Portugal, que declara su independencia en 1640 y proclama rey, a Joao IV de Portugal.

Como ya sucedió siglos atrás, la barrera natural que forma el río Miño es un punto estratégico destacado, construyéndose, a ambos lados del río Miño, pequeños puestos defensivos, fortalezas e iniciándose el cercado de diferentes poblaciones. De esta manera, y a partir de este momento, se conforman los diferentes sistemas de fortalezas transfronterizas por toda la región del Baixo Miño, unas dependientes de otras y con un claro objetivo que era impedir la invasión del enemigo.

A inicios del año 1643, el Conde de Castel-Melhor toma la villa y la denomina “Salvaterra de Portugal”, dando comienzo al que va a ser el período más largo de ocupación portuguesa. 

Es en ese momento cuando se realiza una reconstrucción y una modernización de la muralla, donde el elemento más destacado es la construcción de un sistema de baluartes, cuyo propósito es la eliminación de los puntos ciegos de la muralla. Los materiales se obtienen de edificios derruidos o zonas cercanas, como es el caso del convento de San Francisco, construido a principios del siglo XVIII.

Tras varios intentos de recuperación del territorio, las tropas españolas cambian de estrategia realizando una serie de construcciones defensivas alrededor de la villa, como la fortificación de Fillaboa, la fortaleza de Santiago de Aytona o la Atalaya de Porto, ahogando el posible avance de las tropas enemigas.

En el año 1659, tras la inesperada muerte del general Castel-Melhor y la considerable pérdida de suministros, la plaza de Salvaterra es reconquistada por las tropas españolas dirigidas por el Marqués de Viana, Rodrigo Pimentel.

El conflicto concluye con el tratado de paz de 1668, devolviendo las plazas ocupadas a sus antiguos dueños. A su vez, se desmantelan todos los sistemas defensivos construidos por los españoles alrededor de Salvaterra, por temor a que pudiesen ser utilizados con posterioridad por los portugueses.


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