Recinto Amurallado

Recinto amurallado del Siglo XVII


En la unión de los valles del Miño y del Tea se encuentra esta magnífica fortaleza que es hoy uno de los símbolos del ayuntamiento de Salvaterra y de toda la comarca. Situado justo en el centro de la villa, en la Plaza del Castelo, esta fortaleza se haya en un promontorio estratégico a orillas del Río Miño. Se encuentra a pocos metros del puente internacional que hace de frontera entre Galicia y Portugal y une la villa gallega de Salvaterra do Miño con la lusa Monçao.

Sus orígenes se remontan a los siglos X y XI, en los años 1643-1644 al pie del río Miño, con el fin de proteger a los salvaterrenses de los numerosos ataques a lo largo de los siglos. Tras la guerra de Restauración portuguesa, se comienza a levantar una serie de construcciones defensivas al rededor de la villa. Así, se realiza una reconstrucción y una modernización de la muralla, donde el elemento más destacado es la colocación de baluartes, con el fin de eliminar los puntos ciegos de la muralla, cuyos materiales se obtienen de los edificios destruidos de zumbas cercanas. Una construcción donde prima la rapidez y la eficiencia ante posibles percances, que llevaron a que hoy estas murallas sigan en pie. Fue escenario de muchos de los enfrentamientos entre Portugal y el Reino de Castilla.

Desde este Castillo, Doña Urraca dirigió en 1121, apoyada por Diego Gelmírez, el ataque contra su hermana Teresa de León, que se proclamara reina de Portugal.

En 1479 Pedro Madruga se defendió en este castillo del ejército enviado en su contra por el arzobispo Alonso II de Fonseca.

La fortaleza original se construyó hace casi mil años, allá por el siglo X o quizás en el XI. La muralla que rodea el castillo data del siglo XII y su finalidad principal era defender la villa de los ataques constantes de los entonces enemigos lusitanos.

El conjunto ocupa una superficie de 9.700 metros cuadrados, ocupados por el recinto amurallado con sus garitas, la Casa del Conde, el Pazo de Doña Urraca y la Capilla de la Virgen de la Oliva. Del siglo XII se conservan las llamadas Cuevas de Doña Urraca, con su escalera de caracol.

Dentro del contexto de la Guerra de Restauración portuguesa el castillo perteneció a Portugal entre 1642 y 1659, una vez que su señor, García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra, dejara como alcaide del castillo a su amigo el portugués Gregorio Lopes de Subasta, quien le traicionó entregando la plaza a João Rodrigo de Vasconcelos y Sousa, conde de Castelo Melhor, el cual tomó posesión de la misma tras cruzar el río Miño el 15 de agosto de 1643, no sin enfrentamientos con las gentes del lugar.
En manos portuguesas se mejoran las defensas del castillo, construyendo nuevas murallas y reforzando los baluartes, convirtiéndolo en una fortaleza casi inexpugnable.

Las tropas españolas, para tratar de recuperar Salvatierra deben cercar la fortaleza, para lo cual han de hacerse con la fortaleza de Monçao, del lado portugués, de modo que puedan cortar la retaguardia al enemigo y aislarlo. Para preparar la operación de asalto a Monçao los españoles levantan las fortificaciones del Fuerte de Santiago de Aitona, Fortaleza de Fillaboa, y la Atalaya de San Pablo de Porto.

La Fortaleza de Fillaboa, aun en obras, fue arrasada por 2.000 infantes y 50 caballeros portugueses, siendo reconstruida inmediatamente por los españoles. La Atalaya de San Pablo, pocos meses después de ser concluida, también fue atacada y destruida por los portugueses, para ser reconstruida por los españoles. A pesar de las numerosas escaramuzas portuguesas estas fortificaciones terreras cumplen con su función en el asalto a Monçao, que cae el 7 de febrero de 1659 ante el ataque español apoyado por la artillería del Fuerte de Santiago de Aitona. Con Monçao en manos españolas las tropas portuguesas se encuentran cercadas en Salvatierra, por lo que capitularán diez días después.

Tras la victoria española las fortificaciones auxiliares pasan a ser un peligro, pues podrían servir a una contraofensiva portuguesa, por ese motivo la Xunta de Guerra determina, el 29 de mayo de 1659, la demolición del Fuerte de Santiago de Aitona y la Fortaleza de Fillaboa, dejando solamente a Atalaia de San Pablo de Porto en pie.

La muralla se conserva en perfectas condiciones gracias a la reciente restauración (2008) por parte del ayuntamiento.

Valle la pena dar la vuelta a las murallas y observar las hermosas vistas del Río Miño en su frontera con Portugal que desde la fortalezca se divisan. La historia de este castillo está unida la grandes nombres de la historia de Galicia como la nominada Doña Urraca en su lucha contra Teresa de Portugal o el mismo Pedro Madruga, protagonista de los violentos enfrentamientos entre los señores feudales de Soutomaior y los Sarmientos.

El castillo de Salvaterra y su entorno histórico fue declarada en 1949 bien de Interés Cultural. 
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